jueves, 13 de marzo de 2008

La anormalidad de la normalidad

...o agricultura ecológica versus agricultura industrial

Las ventajas de la agricultura ecológica son indudables: ausencia de pesticidas, respeto por el medio, recuperación del sabor tradicional... Eso sí, hacer las cosas bien implica a su vez afrontar unos costes de producción más elevados, y un precio de venta que no puede competir con el de la agricultura industrial. En cualquier caso cada año aumenta el número de hectáreas cultivadas en España y su cuota de mercado, pero se echa en falta un mayor apoyo por parte del gobierno: ésta es una agricultura que necesita y merece ser subvencionada. De todas formas hay otra forma de verlo, pues en realidad el verdadero problema reside en mi opinión en la anormalidad de esta normalidad.

Me explico: haber convertido el medio natural en un factor de producción más sometido a los dictados del mercado más salvaje y desalmado a llevado a agricultores y ganaderos a asumir malas prácticas en su labor, prácticas que son y han sido aberrantes e insalubres y que han provocado en los casos más extremos escándalos como el de las vacas locas y otros que todos conocemos, pero que sólo han sacado a la luz y puesto en entredicho esas malas prácticas mientras ha durado el morbo o la alarma pública. El caso es que gracias a esta forma de producción industrial hemos conseguido carne y verduras a precios muy bajos, una anormalidad a la que cuesta resistirse. Ahora bien, habría que aclarar que nadie da duros a peseta, que ese bajo precio oculta otros costes menos evidentes para todos, para el bien común: daños a nuestra salud, destrucción del medio natural, sufrimiento animal innecesario...

Por todo ello pienso que lo justo no sería tanto subvencionar a la agricultura ecológica, como más bien penalizar esa mala forma de producir de la agricultura industrial, para conseguir con ello que en un futuro estas malas prácticas desaparezcan de una vez, para siempre, y por el bien de todos.

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