sábado, 16 de mayo de 2009

Acuerdo internacional para los mares

64 países han firmado en Indonesia una declaración para proteger los océanos

La primera Conferencia Mundial de los Océanos, que comenzó el pasado lunes en la ciudad de Manado, al norte de la isla indonesia de Célebes, tiene por objetivo llamar la atención internacional para que actúe también contra los efectos del calentamiento global en los mares.

Un total de 64 países, incluido Estados Unidos, han aprobado la Declaración de los Océanos de Manado. Los participantes se han comprometido a proteger los mares e instaron a la comunidad internacional a tener en cuenta su preservación en las negociaciones que se llevarán a cabo en diciembre en Copenhague. Allí tendrá lugar la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, un encuentro clave en el que está previsto elaborar un protocolo que sustituya al de Kioto, que expira en 2012.

La declaración, que no es de carácter vinculante, subraya además la necesidad de fomentar la cooperación internacional política y científica en el ámbito marino, y en este sentido, recomienda a las economías avanzadas prestar ayuda técnica y financiera a los países menos desarrollados.

Durante las negociaciones previas al acuerdo, varias naciones industrializadas, entre las que destacó Estados Unidos, se opusieron a suscribir un texto en el que la ayuda fuera imperativa, lo cual constituyó uno de los mayores escollos para alcanzar el consenso.

Asimismo, la declaración de Manado subraya la importancia de actuar para "reducir la contaminación del mar y en las zonas costeras", y aconseja llevar a cabo "estrategias de desarrollo sostenible" a nivel nacional e interregional.

Además, los países que participaron en la conferencia, recalcaron en el documento, la necesidad de aumentar la investigación oceanográfica y el intercambio de información científica entre países.

El presidente de Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono, hizo un discurso a favor de la protección marina y oceánica: "Es una cuestión de vida o muerte", afirmó. Millones de personas viven en zonas costeras y dependen de los recursos marinos, pero los océanos y mares están en riesgo por la contaminación, la sobrepesca y el cambio climático. "Debemos frenar la destrucción de los recursos marinos y costeros, debemos protegerlos de la depredación por el ser humano y su uso excesivo, así como de las consecuencias dañinas del cambio climático. Debemos protegerlos para las futuras generaciones, para que puedan vivir libres de las cadenas de la pobreza", exhortó Yudhoyono.

La declaración final, de cinco páginas, contiene numerosas referencias a la necesidad de investigar y estudiar los océanos. Los expertos han calificado de imprescindible la búsqueda de soluciones para el deshielo de los polos, la subida del nivel de los océanos -que Naciones Unidas cifra en al menos un metro para 2100-, la acidificación de las aguas y la extinción de especies vegetales y animales.

* Fuente: EUROPA PRESS

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viernes, 15 de mayo de 2009

La polución antibiótica y sus riesgos

Uno de los mayores defectos que encuentro en la sociedad moderna es el cortoplacismo. Empezando por una clase política a la que sólo importa actuar en cuestiones que puedan mostrar sus frutos antes de las siguientes elecciones; pasando por un empresariado que únicamente busca el beneficio inmediato y fugaz sin preocuparse de crear y consolidar verdaderamente los proyectos; todos seguimos en mayor o menor medida un leit motiv que Queen ya nos grabó en el subconsciente (musicalmente hablando) con aquel famoso estribillo: I want it all, and I want it now

Cada primavera el árbol del cortoplacismo sigue dando sus frutos. Encontramos una nueva cosecha y el ramaje se ve hermoso, ¿por qué preocuparnos? Tristemente y donde nadie las puede ver las raíces se han ido pudriendo, y en vano será ya actuar cuando los efectos de esta degradación se dejen notar a nuestra vista.

El cambio climático es un buen ejemplo de esta degradación, además con unos efectos que no sólo amenazan a nuestro querido árbol y su cosecha, ¡pues es la primavera misma la que está en riesgo! Científicos y ecologistas sacamos a la palestra un tema que, probablemente gracias al morbo que en el ser humano despiertan las catástrofes, ha contado con una repercusión mediática sin precedentes, y gracias a ello el mundo parece que empieza a tomar conciencia y moverse en la buena dirección.

En cambio otros temas que suponen un importante riesgo a medio plazo no han gozado de la misma difusión en los medios. Por ejemplo, la presencia cada vez más importante de antibióticos en el medio y en los productos de consumo, que no hace sino poner en evidencia el mal uso y abuso que de ellos estamos haciendo tanto los ciudadanos como nuestra industria ganadera, en parte por desconocimiento, en parte por avaricia y falta de ética. Dentro de unos años y si todo sigue como hasta ahora, ¿a quién le pediremos cuentas si los antibióticos que conocemos dejan de ser eficaces y no conseguimos descubrir otros nuevos? El riesgo es enorme, y la falta de prevención e información, desconcertante.

BACTERIAS RESISTENTES
Mientras las bacterias patógenas han adquirido más resistencias a los antibióticos en uso, ha crecido la dificultad para encontrar nuevos antibacterianos que renueven el arsenal terapéutico con el que se combaten las infecciones. La gravedad del problema, que se complica por las dificultades de diversa índole que entraña el descubrimiento de nuevos antibióticos, lleva a que muchos científicos planteen si en el próximo futuro estaremos inermes frente a las infecciones.

A mediados del siglo XX la inmensa mayoría de las infecciones causadas por bacterias se podían curar con los antibióticos recién descubiertos, como la penicilina y la estreptomicina. Paulatinamente, tanto por la extensión en el uso de estos antibióticos de primera generación como por el abuso y el mal uso de ellos, las bacterias infecciosas se hicieron resistentes a ellos y a los derivados semisintéticos, diseñados para superar las resistencias.

ANTIBIOTICOS HASTA EN LA MIEL
Un equipo de químicos de la Universidad de Almería (UAL) ha desarrollado un método que permite detectar la presencia de antibióticos en la miel, según publica la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry. Los investigadores han confirmado que en varias de las mieles que se venden en los comercios quedan restos de los antibióticos que se emplean para tratar las enfermedades de las abejas.

“El método desarrollado permite la determinación simultánea de varias clases de residuos de antibióticos (macrólidos, tetraciclinas, quinolonas y sulfonamidas) en mieles”, explica a SINC Antonia Garrido, autora principal del estudio e investigadora responsable del Grupo de Investigación Química Analítica de Contaminantes de la UAL. Para desarrollar el método, cuyos resultados se han publicado recientemente en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, los investigadores utilizan conjuntamente la cromatografía de líquidos de ultra eficiencia, una técnica que permite separar los componentes de la muestra, acoplada a espectrometría de masas, con la que se identifican simultáneamente hasta 17 antibióticos.

La investigadora recuerda que hoy la legislación europea establece una política de “tolerancia cero” respecto a la presencia de residuos de antibióticos en miel, por lo que métodos analíticos como el propuesto ayudan a determinar esos compuestos en los niveles más bajos posibles. La técnica desarrollada por los químicos de la UAL permite detectar concentraciones de entre 0,1 y 1 microgramos por kilo de miel, según el tipo de antibiótico.

Los investigadores han aplicado el método en el análisis de 16 muestras de miel, 11 tomadas en supermercados y 5 recogidas a diferentes apicultores particulares de Granada y Almería. Los resultados del estudio reflejan que en tres de las muestras quedaban restos de los antibióticos que se utilizan para tratar las enfermedades de las abejas. Una de las muestras comerciales contenía 8,6 microgramos de eritromicina por kilo de miel, y en otra se detectaron trazas de sarafloxacina. Este antibiótico, junto a restos de tilosina, sulfadimidina y sulfacloropiridazina, también apareció en la miel de un apicultor, al que se informó de los resultados. Garrido insiste en que las bajas concentraciones de antibióticos detectadas “no suponen un riesgo directo para el consumidor”, pero advierte de que el uso excesivo o indebido de estos productos veterinarios podría afectar a la seguridad alimentaria.

ENFERMEDADES EMERGENTES
Al mismo tiempo el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, Atlanta, Georgia) ha incluido las infecciones por microorganismos resistentes a los antibióticos dentro del grupo de enfermedades emergentes, es decir, aquellas cuya incidencia en humanos se ha incrementado dramáticamente en los últimos años y que plantean un desafío terapéutico para el futuro. Ejemplos recientes incluyen la resistencia a la vancomicina del enterococo y el Staphylococcus aureus, el neumococo resistente a la penicilina, la resistencia a múltiples antibióticos de las enterobacterias y los bacilos gramnegativos no fermentadores presentes en las unidades de cuidados críticos (Pseudomonas aeruginosa y Acinetobacter sp.), entre otros.

Es importante destacar que si bien la resistencia a los antibióticos es una consecuencia de su uso inapropiado en medicina humana, las prácticas en la industria de la agricultura y la ganadería contribuyen también a su desarrollo. En la actualidad, la producción intensiva de animales de cría involucra la administración de altas dosis de antibióticos con el fin de promover el crecimiento y evitar la infección (ganado, aves, y peces) con lo cual, se fomenta el potencial riesgo de la selección de bacterias resistentes.

Como consecuencia de la infección por un agente patógeno resistente a múltiples antibióticos, el paciente prolonga su estadía en el hospital, requiere a menudo técnicas complejas de diagnósticos y, al haber mayores posibilidades de falla terapéutica, requiere antibióticos más caros y aumenta su riesgo de muerte. Es por ello que la resistencia bacteriana a los antibióticos no debe ser considerada sólo en términos médicos sino también económicos. El incremento de los costos en salud y la precaria situación económica de muchos países en desarrollo han derivado en que se implementen programas de contención de costos que tienden a un mejor aprovechamiento de los presupuestos tanto en el ámbito público como en el privado.

¿POR QUÉ CADA VEZ SE DESCUBREN MENOS ANTIBIÓTICOS?
Cuando se empezaron a usar, en la segunda mitad del siglo XX, se consideró a los antibióticos como la bala mágica que nos libraba de las plagas y enfermedades infecciosas producidas por diversa bacterias y que, a lo largo de la Historia, habían sido el azote de la humanidad. Pero tan solo cincuenta años después de su descubrimiento se observó que los antibióticos iban siendo cada vez menos eficaces. Los primeros antibióticos se encontraron en experimentos intensivos y como fruto de afortunadas coincidencias bien aprovechadas por investigadores muy preparados como Alexander Fleming (penicilina), Selman Waksman (estreptomicina) y Giuseppe Brotzu (cefalosporina), los tres empleados en instituciones públicas de investigación. Los beneficios generados por su uso como medicamentos fueron un acicate para que la industria farmacéutica desarrollase extensos programas de ensayo para seleccionar nuevos antibióticos partiendo de muy variadas colecciones de extractos obtenidos de numerosas muestras procedentes de ambientes muy diversos. Así se podría decir que ya poco queda sobre la faz de la tierra y en las profundidades del mar que no haya sido analizado para intentar encontrar nuevas medicinas. El resultado es que es cada vez difícil encontrar nuevos antibióticos mediante coincidencias afortunadas, la inmensa mayoría, si no todos los antibióticos fáciles de encontrar ya están en uso.

¿CUÁNTO CUESTA DESCUBRIR UN ANTIBIÓTICO?
Conseguir un nuevo antibiótico, considerando poco probable que alguno pueda todavía encontrarse por casualidad, va a necesitar un esfuerzo considerable, por lo que los recursos intelectuales y económicos a invertir son cada vez mayores. En líneas generales la industria farmacéutica estima que se necesita invertir unos 900 millones de dólares (al cambio actual unos 650 millones de euros) para que un nuevo compuesto pase de ser una idea a convertirse en una medicina.

¿POR QUÉ LOS ANTIBIÓTICOS SON MALAS MEDICINAS?
Si lo examinamos desde el punto de vista de su uso y de su venta no es una pregunta, como parece a primera vista, tan sorprendente. A consecuencia de la propagación de resistencias ya existentes en la Naturaleza, los antibióticos, a diferencia de otras medicinas, comienzan a dejar de ser eficaces en el mismo momento en que comienza su uso. Pero aún peores resultan los antibióticos cuando consideramos sus características como productos de consumo. Como resultado de sus indudables virtudes terapéuticas el consumidor de antibióticos (el enfermo) solo tiene dos pronósticos: o bien se cura y deja de comprarlos, o bien se muere y obviamente también deja de usarlos. Las compañías farmacéuticas estiman que un antibiótico genera beneficios anuales cercanos a los 400 millones de euros, frente a los más de mil que se obtienen de la venta de un medicamento de consumo diario, como son por ejemplo los antihipertensivos.

¿ES EFICAZ LA BUSQUEDA DE NUEVOS ANTIBIÓTICOS?
Francamente la respuesta no puede ser por ahora positiva. Empezando por el esfuerzo empresarial, las grandes industrias farmacéuticas surgidas de las fusiones entre empresas tradicionales que se realizaron en la década que solapó los siglos XX y XXI necesitan incentivos que solo se los proporcionan los medicamentos de uso diario y no los antibióticos. En consecuencia el interés de estas grandes empresas para invertir en la investigación de nuevos antibióticos es decreciente, y ya son pocas las que la mantienen y en todo caso la prioridad que le asignan es baja. Desde el campo de la investigación básica, señaladas ya alguna de las dificultades que entraña encontrar nuevos antibacterianos, sería necesario un esfuerzo extenso y sostenido de varios programas de búsqueda de nuevas estrategias y de nuevos compuestos para bloquear a los patógenos. La realidad no es así, y esto se ve desde su visibilidad en los medios de comunicación, que prestan poca atención a las infecciones bacterianas por creerlas algo del pasado, y por ello poco noticiable, hasta en las prioridades que asignan los organismos que financian la investigación, que se mueven más por el interés de potenciar al mundo empresarial, cosa lógica ya que los gobiernos necesitan se generen nuevos beneficios que ingresen impuestos y creen puestos de trabajo. Y frente a este panorama poco halagüeño nos enfrentamos a que la probabilidad de fallecer por causa de una infección de las vías respiratorias es mayor que la de morir de cáncer de pulmón o tráquea.

La amenaza de las infecciones aún no la percibimos en toda su gravedad porque por ahora se pueden curar en muchos casos. Sin embargo para los casos que no se curan y sobre todo si en el futuro no se logra encontrar nuevos antibióticos no cabe duda de que según las resistencias se vayan extendiendo de un patógeno a otro el peligro aumentará hasta límites que no podemos predecir pero que seguramente no nos gustaría sufrir.

* Fuentes:

Miguel Vicente. Jefe del Laboratorio de Control Genético del Ciclo Celular en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC

SINC. Servicio de Información y Noticias Científicas

Revista Médicos. Dilemas en el uso de los antibióticos: consumo, costo y calidad

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miércoles, 13 de mayo de 2009

Los escépticos se quedan sin excusas

Un nuevo estudio desmiente que el Sol pueda estar influyendo de forma importante en el calentamiento global

Los cambios en la actividad del Sol no están determinando en modo alguno el calentamiento global que sufre la Tierra, en contra de lo que sostienen los escépticos respecto a que el cambio climático se debe a las emisiones de gases de efecto invernadero, según ha concluido un nuevo estudio.

Los investigadores Peter Adams, de la Universidad Carnegie Melon (EEUU), y Jeff Pierce, de la Universidad Dalhousie, en Halifax (Canadá), han desarrollado un modelo para comprobar la controvertida hipótesis que sostiene que los cambios en la actividad solar están influyendo en el calentamiento global en la Tierra.

La hipótesis que sometieron a prueba era que un incremento en la actividad solar reduce la nubosidad debido a modificaciones en los rayos cósmicos. Asi, como las nubes se reducen, llega más luz solar a la superficie terrestre, causando un calentamiento. Algunos escépticos sobre el cambio climático habían tratado de utilizar esta hipótesis para sugerir que los gases de efecto invernadero podían no ser los principales responsables del calentamiento global, en contra del criterio mayoritario de los científicos.

En una investigación publicada en la revista Geophysical Research Letter, así como en la revista Science, Adams y Pierce informan de las primeras simulaciones atmosféricas de cambios en la formación de iones atmosféricos y partículas resultante de las variaciones en el sol y los rayos cósmicos, informa Science Daily. Encontraron que los cambios en la concentración de partículas que afectan a las nubes son en realidad cien veces más pequeños que lo requerido para afectar al clima.

"Hasta ahora, los defensores de esta hipótesis podían aseverar que el Sol estaría causando el calentamiento global, porque no había un modelo por ordenador que realmente probara o desmintiera ese supuesto", explicó Adamas. "El problema básico con esta hipótesis es que las variaciones solares probablemente cambian los índices de formación de nuevas partículas menos de un 30 por ciento en la atmósfera. Además, esas partículas son extremadamente pequeñas y necesitan crecer antes de que puedan afectar a las nubes. La mayoría no persiste tanto como para conseguirlo", añadió.

Adams y Pierce consideran que la hipótesis de que el Sol afecta al calentamiento global debe ser abandonada. "Ninguna simulación por ordenador de algo tan complejo como la atmósfera podrá ser nunca perfecta", dice. "Los defensores de la hipótesis de los rayos cósmicos tratarán probablemente de cuestionar estos resultados, pero el efecto es tan débil en nuestro modelo que resulta difícil para nosotros aceptar que su resultado básico cambie".

* Fuente de la noticia: Europa Press

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Lo verde vende... y a veces estafa

¿Cómo de "verdes" son los productos que se venden como tales?

Según un estudio de la empresa de marketing ambiental TerraChoice, el 98% de los más de 2.000 artículos analizados en Norteamérica y comercializados como 'verdes' no eran completamente transparentes con la información ambiental transmitida al consumidor. Si bien en España, y a nivel europeo, está regulado el uso de algunos términos como "ecológico", "biológico" o "bio" para la alimentación y existen algunas etiquetas que garantizan que un producto tiene determinados cualidades ambientales —como el sello de la agricultura ecológica, el FSC, la Eco-label o el distintivo alemán Der Blaue Angel—, lo cierto es que existe un gran descontrol para otros apelativos, como "natural" o "respetuoso con el medio ambiente", o incluso con el de "ecológico" para otros sectores, como el de la publicidad de automóviles.

Muchas empresas han aprovechado el tirón de la producción 'verde' para dar un lavado de cara a sus productos y atraer a consumidores más concienciados. Este uso fraudulento de la publicidad verde es precisamente lo que denuncia esta organización con sede en Ontario (Canadá) en su web, donde define 'Siete pecados del Greenwashing' (también conocido como 'lavado verde').

Según el informe publicado recientemente por TerraChoice, los productos de limpieza, cosmética y los de niños son las tres categorías que más riesgo tienen de sufrir 'greenwashing'. En especial, los juguetes y los artículos para bebés atraen conceptos referidos a la salud y al medio ambiente por una sencilla razón: los padres tienen un cuidado especial cuando se trata de elegir un producto para sus hijos y están muy concienciados con el impacto ambiental de las futuras generaciones. Por ello, el mercado quiere captar la atención de los padres con mensajes como "no contiene Bisphenol A", "juguetes de algodón no tóxicos", "orgánico" o "pañales biodegradables". La organización canadiense llama la atención en especial sobre el concepto "todo natural". Para los padres, algo natural implica algo bueno y seguro. Pero nada más lejos de la realidad. El arsénico, el uranio o el mercurio son naturales y a la vez resultan venenosos.

Los proveedores de cosmética —como champús, cremas o pasta de dientes— han experimentado también una mayor tendencia a comercializar géneros más respetuosos con el medio ambiente, por lo que es muy habitual encontrar un jabón "100% natural", un acondicionador "orgánico", algodones "biodegradables" o una esponja "ecológica". Por otra parte, la gran demanda de artículos de limpieza respetuosos con el medio ambiente por parte de escuelas, hospitales, oficinas y otros edificios han acelerado la mejora de fórmulas y tecnología que mejoran este tipo de géneros. A todo esto hay que sumarle la demanda de los hogares de productos que no dañen la calidad del aire de la casa. El mensaje "no tóxico" es uno de los más repetidos en este grupo.

TerraChoice ha establecido los siete pecados capitales del 'lavado verde' que suelen cometer la gran mayoría de las empresas que venden un falso producto verde y que podemos detectar si estamos atentos.

IMPACTO OCULTO
El pecado del impacto oculto es el primero de la lista de esta organización y consiste en afirmar que un producto es 'verde' basándonos sólo en unas pocas cualidades ambientales, sin prestar atención al impacto global. Por ejemplo, TerraChoice se refiere al papel que se presenta como "100% ecológico" por ser reciclable o por proceder de una plantación sostenible, olvidando otros aspectos que afectan al proceso de fabricación y comercialización: las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de energía, el agua utilizada, los impactos de la silvicultura o el uso de cloro para el blanqueo del papel.

FALTA DE PRUEBAS
El segundo pecado que menciona la web es el de la falta de pruebas. La falta de certificados reales o de información fácilmente accesible que corrobore lo que dice la etiqueta son pistas para detectar el engaño. Según el estudio de TerraChoice, esto ocurre mucho con lámparas que promueven la eficiencia energética o productos de cosmética —por ejemplo, toallitas de papel— que se venden como reciclables.

IMPRECISIÓN
La imprecisión a la hora de describir una etiqueta es el tercer pecado capital. El resultado de no definir bien la información que aparece en los productos o la falta de significado de los mensajes confunden al consumidor. Por ejemplo, decir que un producto "no lleva sustancias químicas" no es real, ya que nada está libre de químicos (todas las plantas, animales y humanos están compuestos de químicos). Ocurre algo similar con etiquetas como "todo natural" o "no tóxico" —todo puede ser tóxico en dosis altas—.

IRRELEVANCIA
Otros artículos incluyen información sin importancia que puede distraer al consumidor que busca un producto realmente ecológico. Este es el pecado de la irrelevancia. Para TerraChoice, el ejemplo más claro se encuentra en los materiales que anuncian "libre de CFC's". Los clorofluorocarbonados son los principales culpables del deterioro de la capa de ozono y fueron prohibido por ley hace unos 30 años. Aún hoy, muchos productos —como lubricantes, insecticidas, desinfectantes...— continúan poniendo en sus etiquetas este mensaje que no aporta realmente nada.

MAL MENOR
Otro pecado es el del mal menor: Hay productos que en su conjunto tienen un dudoso beneficio ambiental y se venden como orgánicos o verdes. Es lo que ocurre con los insecticidas o los herbicidas 'verdes'. Aunque hay consumidores que necesitan estos artículos para usos agrícolas, en otras circunstancias pueden ser innecesarios para usos como jardines.

MENTIRAS
Otras empresas mienten directamente sobre los elementos y certificados de sus productos. La organización de Ontario menciona en su estudio algunos ejemplos como champús que dicen ser "orgánicos" o detergentes para el lavavajillas que aseguran estar empaquetados en papel 100% reciclado , cuando en realidad contienen plásticos. Éste es el pecado de la mentira.

ETIQUETAS FALSAS
El séptimo pecado que se ha unido a la lista este año es el de "adorar las etiquetas falsas". Muchas empresas han llegado al punto de falsificar certificados y copiar etiquetas para simular un producto respetuoso con el medio ambiente, una estrategia engañosa que requiere una especial atención por parte del consumidor para detectarla.

* Un reportaje de Almudena Martín para SOITU.ES

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