Mostrando entradas con la etiqueta basura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta basura. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de febrero de 2014

Otro triunfo del Neoliberalismo

"Saca Gratis" (Valencia 2014 / de la serie "¡Arriba Extraña!") por Víctor Aranda García

Nunca antes se había generado tanta ni tan buena basura. Y gratis además. Privatizan hasta el sol, pero la basura la nacionalizan. Basura con bandera. Basura para todos. Otro triunfo del neoliberalismo.


Leer más

miércoles, 18 de mayo de 2011

Cumple con tu Deber Ciudadano

El otro día recibí en el correo la propaganda electoral del Partido Popular, un sobre gordo con sus papeletas y sus sobrecitos listos para no pensar demasiado y llevarte el voto ya preparado de casa. Justo como suele hacer la gente de bien. Pero yo no soy "gente de bien" pues bienes no tengo... más bien deudas es lo que tengo... Así que, ¿qué hago yo con esto?" pensé. Pues vaya... una foto. Un editorial fotográfico, ecologista... "Reciclemos lo que ya no sirve"

Elecciones 22 mayo

¡Democracia real Ya!

Leer más

domingo, 9 de enero de 2011

Obsolescencia programada, ¿qué es?

El ciclo del consumo cada vez es más corto. Tenemos productos más baratos, pero de una vida útil cada vez menor. El resultado: perdemos tiempo, perdemos dinero y, lo que es peor, gastamos mucha energía innecesariamente y dejamos un montón de basura por el camino. ¿Tiene esto algún sentido?

Baterías que se estropean antes de cumplir los dos años, bombillas que se funden a las mil horas, cámaras de fotos que debes renovar cada dos años... ¿Has pensado por qué los aparatos se estropean tan pronto a pesar de los avances técnicos? No es casualidad. Podríamos decir que los productos están "fabricados para no durar". ¿Por qué? Hagamos cuentas...

Yo siempre pongo el ejemplo del ventilador... Recuerdo los modelos antiguos: eran piezas de diseño que practicamente se heredaban. Eran sólidos, bien acabados y algo más caros que los actuales. Al cambio, el precio de un ventilador podía ser de unos 50 - 60 euros. Ahora los encuentras en cualquier pequeña tienda de electrodomésticos o centro comercial por unos 15 - 20 euros de media. Pues mucho mejor, ¿no? Rotundamente no. El ventilador de 50 euros te podía durar perfectamente 20 o 30 años sin dar problemas. En cambio el ventilador de 15 euros tendrás suerte si te dura para el siguiente verano: si no falla el sistema eléctrico lo mismo se te rompe solito en la mano, pues muchos de ellos se fabrican en plásticos tan malos que se vuelven quebradizos con el paso del tiempo, en apenas dos años pierden la ya baja resistencia con la que los compramos. Y ahí está el negocio. Calculemos el gasto para 20 años: 50 euros para el modelo "caro" (50 euros x 1 ventilador); 150 euros para el modelo "barato" (15 euros x 10 ventiladores). Y no sólo eso: 10 visitas a la tienda (para comprarlo), 10 visitas al Ecopark (para tirarlo)... ¿Qué es rentable entonces? Lo barato sale caro, siempre: caro para el consumidor, caro para el planeta.

Esta noche a las 22:00 (CET) La 2 de Televisión Española y RTVE.es emiten el documental Comprar, Tirar, Comprar un interesante y revelador trabajo que nos descubre el secreto de esta absurda dinámica de consumo: la obsolescencia programada, lo que es actualmente el "motor" de la economía moderna.

Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".

El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente

UNA BOMBILLA EN EL ORIGEN DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.

UNA BOMBILLA CENTENARIA
En Livermore, California, encontramos la bombilla más antigua del mundo. Encendida sin interrupción desde 1901, está en internet 24 horas al día. De momento se han agotado ya dos webcams y la bombilla va por la tercera... ¿Quieres verla? Entra aquí.

CONSUMIDORES REBELDES EN LA ERA DE INTERNET
A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.

ÁFRICA, VERTEDERO ELECTRÓNICO DEL PRIMER MUNDO
Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en este trabajo de investigación, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de 'material de segunda mano' y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.

Más allá de la denuncia, el documental trata de dar visibilidad a emprendedores que ponen en práctica nuevos modelos de negocio y escucha las alternativas propuestas por intelectuales como Serge Latouche, que habla emprender la revolución del 'decrecimiento', la de la reducción del consumo y la producción para liberar tiempo y desarrollar otras forma de riqueza, como la amistad o el conocimiento, que no se agotan al usarlas.

LAS VOCES DEL DOCUMENTAL
Marcos López (Técnico informático) - Los problemas de este barcelonés con una impresora son el hilo conductor de Comprar, tirar, comprar

Casey Neistat (Videoartista) - Él y su hermano pusieron contra las cuerdas a Apple con la realización de un corto-denuncia sobre la corta vida de las baterías del iPod

Elizabeth Pritzker (Abogada) - Oyó hablar del vídeo de los Neistat y decidió demandar a Apple. Su idea se extendió por Internet y captó la atención de miles de afectados

Mike Anane (Periodista y activista) - Este ghanés lucha contra la obsolescencia programada desde el final de la cadena. Recopila información sobre los residuos que llegan a su país

Serge Latouche (Profesor Emérito de Economía) - Propone emprender la revolución del 'decrecimiento' para conjugar economía y sostenibilidad

Michael Braungart (Químico) - Autor del concepto 'de la cuna a la cuna'. Propone rediseñar la industria imitando el ciclo virtuoso de la naturaleza

John Thackara (Diseñador y filósofo) - Ayuda a gente de todo el mundo a compartir ideas de negocio y de diseño más sostenibles

Warner Philips (Biznieto de los fundadores de Philips) - Plantea alternativas desde el mundo empresarial. Fabrica una bombilla LED que dura 25 años

(*) Fuente de la noticia y parte de la redacción: Susana Rodríguez para RTVE.es

Leer más

sábado, 27 de noviembre de 2010

En el peor lugar, en el peor momento

La Junta de Castilla-La Mancha y la Diputación de Toledo inician la construcción de un macrovertedero que afectará gravemente a una de las más importantes nuevas poblaciones de Águila Imperial Ibérica en España.

La ingente cantidad de basura que producimos en las ciudades y que ya no sabemos dónde meter unida a la hipocresía de los políticos en temas de medio ambiente amenazan con truncar la recuperación del águila imperial conseguida gracias al esfuerzo de todos y la gran aportación de fondos europeos. La organización ecologista Ecologistas en Acción está luchando para detener las obras mientras se pronuncian los Tribunales y las instituciones europeas.

Los hechos son los siguientes: la Diputación Provincial de Toledo, con el apoyo político y económico de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ha comenzado las obras de construcción de un macro-vertedero y una planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos que ocuparán107 hectáreas en pleno corazón de la principal zona de expansión del Águila Imperial Ibérica en la Península Ibérica.

Aquí puedes ver el informe completo de Ecologistas en Acción sobre la construcción del macro-vertedero de Toledo. Y si quieres ver un video de la noticia tal y como la emitió Televisión Española, pincha en este enlace.

El proyecto tiene un impacto crítico e irrecuperable sobre el medio natural, ya que se enclava en una zona de dehesas y monte mediterráneo, la mejor y más extensa del término municipal de Toledo y hábitat de dos especies declaradas en peligro de extinción, el Águila Imperial Ibérica y el Águila-Azor Perdicera. En un radio de 15 kilómetros alrededor del vertedero habitan 5 nuevas parejas de águila Imperial Ibérica y 2 de Águila-Azor Perdicera.

La ejecución del proyecto es contraria a las directrices de la Estrategia Nacional del Águila Imperial Ibérica y del Plan de Recuperación del Águila Imperial Ibérica en Castilla-La Mancha, que establecen la necesidad de preservar los hábitats de la especie y favorecer su recuperación.

Si quieres parar la construcción del macrovertedero en una zona tan sensible para la conservación del águila imperial, únete a la campaña y firma en este enlace. Los pequeños gestos son importantes. ¡Gracias!

La Diputación de Toledo y la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha desatendieron los informes técnicos de los servicios de protección del medio natural que señalaron al inicio de la tramitación del proyecto que el emplazamiento era el de más impacto ambiental de los planteados. Además, no han tenido en consideración ni las alegaciones al proyecto ni una reciente sentencia que dictamina que no se realizó un adecuado estudio de alternativas.

Asimismo, entra en conflicto y compromete las cuantiosas inversiones realizadas por las Administraciones y, en particular, por la Unión Europea destinadas a proteger los hábitats y aumentar la población de la especie en España. Sólo en fondos Life, la Unión Europea ha movilizado una inversión de 8,7 millones de euros para recuperar el águila imperial en España. De esos fondos, 3´7 millones corresponden al último Life en ejecución, denominado Priorimancha y del que la Junta de Castilla-La Mancha es único beneficiario.

Fruto de ese esfuerzo económico la zona donde se está construyendo el macrovertedero dispone hoy en día una de las mejores poblaciones de parejas nidificantes de Águila Imperial Ibérica.

Siendo la ubicación de más impacto y de coste más caro, este proyecto sólo se justifica por intereses especulativos y políticos. Se ha llevado a esta zona para no entrar en conflicto con los desmesurados desarrollos urbanísticos que se han aprobado en el nuevo Plan de Ordenación Municipal de Toledo.

Ecologistas en Acción lleva siete años intentando evitar que el macrovertedero se construya en Dehesa Aceituno y proponiendo que se estudien otras alternativas. Se promovió la presentación de cientos de alegaciones de entidades, ayuntamientos y ciudadanos contra el proyecto. Pero fueron desatendidas. Al igual que lo han sido los escritos remitidos a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente para que se revisara la autorización dada al proyecto y se planteara un emplazamiento alternativo.

Actualmente, Ecologistas en Acción ha llevado el caso a los Tribunales y ante la Unión y el Parlamento Europeos. También se ha iniciado una ciberacción para pedir los Presidentes de la Junta de Castilla-La Mancha y de la Diputación de Toledo que detengan el proyecto. El objetivo es que se decrete la paralización de las obras entre tanto se resuelven los contenciosos en tramitación y que confiamos anulen definitivamente el proyecto.

Ecologistas en Acción ha recogido los pormenores del caso en un informe con el subtítulo “La recuperación del Águila Imperial tirada a la basura”, que se va a remitir a las autoridades regionales, estatales y europeas ampliando los escritos y denuncias ya enviados.



(*) Fuente de la noticia: Ecologistas en Acción

(**) La magnífica fotografía es de Jose Luis Rodríguez

Leer más

martes, 23 de febrero de 2010

Desechando lo desechable

El escritor Marciano Durán nos dejó en su último libro (“La cuestión es darse maña y otras incoherencias”) una honda reflexión sobre los cambios sociales que nos han conducido a todos a una insostenible sobreproducción de basura, en el marco de un progresivo abandono de la racionalidad en nuestra relación con el entorno y los objetos de consumo.

De tanto cambio y tanta irracionalidad este texto me ha hecho pensar que el mundo ya no gira alrededor del Sol. El mundo gira ahora alrededor del Dólar.

“Desechando lo desechable”


Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.
No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.
Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon.
La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.
Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar todo.
¡Toooodo!
Lo que servía y lo que no.
Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Le dábamos crédito a todo.
Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas!
Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables… eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.
No lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.
Y yo…no me entrego.


(*) “Desechando lo desechable” está incluído en el último libro de Marciano Durán “La cuestión es darse maña y otras incoherencias”. Éste es su blog: http://www.marcianoduran.com.uy/

Leer más