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martes, 21 de enero de 2020

Reutilizar una silla como estantería


Siempre es mejor reutilizar y reparar que reciclar. Aquí una idea para dar una segunda vida a una vieja silla sirviendo de estantería y colgador.

Fotografía de una silla colgada en la pared que es utilizada como estantería y colgador

¿No es genial? Para colgarla de la pared basta ponerle un par de cáncamos en la base de las patas que quedarán pegadas a la pared. Una vez puestos los cáncamos ponemos la silla en el lugar de la pared donde queramos colgarla y marcamos con un lápiz el lugar exacto donde quedan los cáncamos. Hacemos dos agujeros en los sitios marcados con el lápiz, ponemos un taco adecuado en cada uno, y luego metemos las dos alcayatas -de largo y grosor suficiente- de donde colgaremos la silla.

Para terminar se ponen las tablas -de tamaño adecuado al espacio disponible- que harán de estantes entre las barras de las patas. Para que no se muevan se pueden fijar con clavitos a la silla. En ese caso mejor poner los estantes antes de colgarla.

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miércoles, 8 de mayo de 2019

Las mentiras de Ecoembes y la Unión Europea

Greenpeace desvela en su último informe algunas de las mentira de Ecoembes: la cifra real de reciclado en España no llegaría al 25% frente al 77% que dice Ecoembes.

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Lo de tirar la basura en otros países es algo que Europa lleva décadas haciendo, especialmente con la llamada basura electrónica. Tampoco hace demasiados años que países europeos como Francia o Reino Unido lanzaban al fondo del mar los residuos nucleares de sus centrales eléctricas en bidones, algo que aún seguirían haciendo de no ser por la lucha de las organizaciones ecologistas. Si hacían eso con residuos nucleares, ¿qué no habrán hecho con los plásticos y demás deshechos?

De eso nos habla Greenpeace en su último informe, Maldito Plástico, en el que señalan que la Unión Europea está exportando alrededor del 40% de los deshechos plásticos que son recogidos para ser reciclados, plásticos que acaban en vertederos de países como Malasia. En concreto España estaría entre los diez países que más residuos plásticos está enviando a Malasia.

Es decir, por mucho que nos empeñemos en separar para reciclar los residuos buena parte de esos plásticos que deberían ser procesados acaban en vertederos a miles de kilómetros de aquí, y no por casualidad en vertederos de "países pobres". Así que por si no teníamos bastante con el bajo nivel de reciclaje real que se produce en España, a ello hay que sumar la contaminación originada por el transporte de tantas toneladas de plásticos que nos estamos quitando de encima de la peor manera posible.

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miércoles, 13 de junio de 2018

Precinto de garantía... para el derroche de recursos

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Hasta en los botes de vidrio nos hemos acostumbrado a añadir plásticos totalmente innecesarios, por ejemplo este "precinto de garantía" que rodeaba el tapón de un bote de pepinillos y que lo único que garantiza es un desperdicio adicional que, por su tamaño y caracteristicas, es muy improbable que pueda ser reciclado.

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viernes, 29 de mayo de 2015

El reciclaje, la mejor manera de sacar provecho de los residuos

En Ecologismo apostamos decididamente por el reciclaje como la mejor manera de sacar provecho de los residuos.

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Además de ahorrar energía y recursos mediante el reciclaje damos una segunda oportunidad a lo que ya no sirve. Nosotros como Manuela Carmena -próxima alcaldesa de Madrid- también creemos mucho en la reinserción. Por eso esperamos que la sociedad civil se implique en la tarea y aporte sus propuestas para el reciclado de los cargos del PP. Por ejemplo nosotros los vemos muy capacitados para sustituir a las figuras de los museo de cera: ese porte, ese gesto impertérrito, esa intrínseca ranciedad... y sobre todo esa lección tan bien aprendida y practicada durante tantos años que sostiene que "el que se mueve no sale en la foto". ¡Sonrían por favor! :)

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jueves, 19 de febrero de 2015

La tierra ES nuestro hogar

Me ha gustado esta viñeta que muestra cómo sería nuestro comportamiento si hicieramos lo mismo en casa (a nivel local) que hacemos con el planeta (a nivel global). La autora es Jen Sorensen, y ésta es su página web: jensorensen.com Debajo he escrito la traducción a castellano:



"Si tratáramos nuestros hogares igual que hacemos con la Tierra"
- "Se degradará antes de que tengamos que vender la parcela"
- "¿Monóxido de carbono? ¡No soy un científico!
- "Estabamos cansados de andar por la casa, asi que hemos asfaltado algunas de las habitaciones. ¡Ahora podemos ir en coche directamente hasta la cama!"
- "No reciclamos ni usamos papeleras o retretes: simplemente esparcimos nuestros deshechos por todas partes"


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miércoles, 18 de mayo de 2011

Cumple con tu Deber Ciudadano

El otro día recibí en el correo la propaganda electoral del Partido Popular, un sobre gordo con sus papeletas y sus sobrecitos listos para no pensar demasiado y llevarte el voto ya preparado de casa. Justo como suele hacer la gente de bien. Pero yo no soy "gente de bien" pues bienes no tengo... más bien deudas es lo que tengo... Así que, ¿qué hago yo con esto?" pensé. Pues vaya... una foto. Un editorial fotográfico, ecologista... "Reciclemos lo que ya no sirve"

Elecciones 22 mayo

¡Democracia real Ya!

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martes, 23 de febrero de 2010

Desechando lo desechable

El escritor Marciano Durán nos dejó en su último libro (“La cuestión es darse maña y otras incoherencias”) una honda reflexión sobre los cambios sociales que nos han conducido a todos a una insostenible sobreproducción de basura, en el marco de un progresivo abandono de la racionalidad en nuestra relación con el entorno y los objetos de consumo.

De tanto cambio y tanta irracionalidad este texto me ha hecho pensar que el mundo ya no gira alrededor del Sol. El mundo gira ahora alrededor del Dólar.

“Desechando lo desechable”


Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.
No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.
O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.
Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.
Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.
¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!
Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.
Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están jodiendo!
¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon.
La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo.
Y no es que haya sido mejor.
Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.
Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo)
Me educaron para guardar todo.
¡Toooodo!
Lo que servía y lo que no.
Porque algún día las cosas podían volver a servir.
Le dábamos crédito a todo.
Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.
Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.
El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y guardábamos.
¡¡Cómo guardábamos!!
¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!
¡¿Cómo para qué?!
Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.
Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.

¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.
Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

¡Y las pilas!
Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.
No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables… eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.

Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.
Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.
Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.
Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.
Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.
No lo voy a hacer.
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.
No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.
Y yo…no me entrego.


(*) “Desechando lo desechable” está incluído en el último libro de Marciano Durán “La cuestión es darse maña y otras incoherencias”. Éste es su blog: http://www.marcianoduran.com.uy/

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miércoles, 3 de septiembre de 2008

R + R + R

Algo tan sencillo y cotidiano como tomar un café puede servir de punto de partida para explicar, de lo concreto a lo general, las tres R del consumo racional, esto es, Reutiliza, Repara, Recicla.

Bien, digamos que nos hemos preparado un café. Ahora la cafetera está aparentemete sucia, y a no ser que la limpiemos y la volvemos a llenar de agua y café no va a funcionar. ¿La tiramos entonces a la basura por inútil? Vaya estupidez, ¿verdad? Claro: basta lavarla un poco para que vuelva a sernos de utilidad, porque no vamos a comprarnos una cafetera nueva cada día. O sea, que la vamos a reutilizar. Pero, ¿y si empieza a soltar agua cada vez que la usamos por alguna avería? Lo más fácil y rápido será que la intentemos reparar: ¿quién sabe?, quizás baste con ajustar un poco mejor la junta de goma. Finalmente, caso de que la reparación sea imposible, o caso de que cueste más que una nueva, entonces no dudaremos en comprarnos otra y llevar la estropeada a reciclar para que sus componentes puedan ser reutilizados.

Creo que esto de la cafetera lo entendería hasta un niño de tres años, y puede extrapolarse a cualquier objeto de consumo.

¿Los problemas existen aunque no los veamos?

Yo diría que sí, y si no que se lo pregunten a alguien con dolor de muelas... o un cáncer.

Cada noche la basura desaparece rápidamente de nuestra vista y se acumula en vertederos o se incinera, siempre lejos de las ciudades... ¡Nadie quiere la basura cerca! Es fea y huele mal, pero aunque ya no podamos ver su degradación ni oler su podredumbre esa producción de residuos sigue siendo un problema grave, a nivel local, y sobre todo a nivel global.

Precisamente una de las funciones del reciclaje es reducir la cantidad de basura que finalmente llega al vertedero o se incinera. Y es que al reciclar hacemos algo tan simple como reutilizar los materiales de los que se compone aquello que ya no nos es útil, esto es, la basura reciclable. De esta manera además, al aprovechar esos materiales útiles para la producción de bienes, reducimos la necesidad de obtenerlos de la naturaleza, esa naturaleza sobreexplotada a la que tampoco vemos ni oímos quejarse. ¿Has oído alguna vez aquello de que las madres sufren en silencio por sus hijos? Tal es el grado de ofensa e indignidad con el que la tratamos que no me extrañaría que llegara el día en el que los monos se levantaran asqueados y chillando de rabia si alguien en su presencia mencionara a Darwin.

Reutilizar, reparar, reciclar, tres R que a mí para terminar me sugieren tres calificativos que también empiezan por R: responsable, racional, rentable. Cumplir estas normas tan sencillas es responsable, pues lo hacemos considerando las consecuencias de nuestras acciones; es racional, pues es inteligente y lógico gestionar mejor y de forma más eficiente nuestro consumo; y es también rentable, pues reutilizamos lo que es útil y así ahorramos residuos, recursos, y dinero.

Recuerda: piensa globalmente, actúa localmente. Reutiliza, repara, recicla... y reduce tu consumo de esos bienes que no son imprescindibles. ¡La mayoría no lo son!

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lunes, 11 de agosto de 2008

Envenenando la Pobreza

La organización ecologista Greenpeace acaba de publicar un estudio muy interesante sobre la contaminación que están provocando los deshechos electrónicos que mandamos desde la rica Europa a algunos países de Africa . Merece la pena dedicar un rato a leer el informe completo.

En cualquier caso pongo a continuación un resumen del informe desde la perspectiva del diario El Mundo:

Móviles, ordenadores, periféricos... Europa produce alrededor de 50 millones de toneladas de basura electrónica cada año -según la ONU- que acaba, en un alto porcentaje, en los vertederos de países en desarrollo, o los llamados emergentes.

En Asia, China y la India han sido hasta ahora los países donde se ha vertido el 70% de estos desechos tecnológicos, pero en los últimos años Occidente ha encontrado un nuevo vertedero: África, y más concretamente Ghana y Nigeria. Así lo ha confirmado el informe que acaba de hacer público, en todo el mundo, la organización Greenpeace, titulado Envenenando la pobreza.

Son de las marcas más conocidas del mercado (Philips, Nokia, Microsoft, Sony, Canon, Siemens, etcétera) y se calcula que el 75% de los aparatos llegan destrozados, pese a que se camuflan bajo la etiqueta de bienes de segunda mano. Es más, hay quien los envía como donaciones solidarias hacia los países con menos recursos para acabar con la llamada brecha digital.

Pero lo cierto según el informe de Greenpeace, es que acaban en unas plantas de reciclaje donde el material se quema a cielo abierto y que en muchos casos los encargados del reciclaje son niños, algunos de tan sólo cinco años, expuestos a unos niveles de contaminación por tóxicos que en Europa se consideran intolerables para el organismo.

"Muchas de las sustancias que hemos detectado pueden afectar al desarrollo del sistema reproductor de los críos y otras pueden alterar su desarrollo cerebral y el sistema nervioso", asegura Kevin Brigden, de la Unidad Científica de la organización ecologista.

La contaminación, según confirmaron los expertos, no sólo afecta al lugar del reciclaje, sino a toda la zona, incluyendo las viviendas de los recicladores. De hecho, los niños chinos que viven cerca de una de estas plantas tienen niveles de plomo en sangre muy superiores a otros menores.

Las partes más buscadas de esta chatarra son el aluminio y el cobre (inserto en los cables), que suelen venderse a los distribuidores locales por precios irrisorios. Los tubos de rayos catódicos de los monitores, sin embargo, acaban pulverizados en el medio ambiente.

Pero, ¿cómo llegan estos residuos hasta estos vertederos descontrolados en países en desarrollo? No hay más que buscar en internet para que aparezcan decenas de empresas que se ofrecen como recicladoras informáticas. "Son empresas que ganan dinero con este negocio. En Europa se exige un tratamiento de estos residuos, y por ello existen puntos blancos a los que llevar la electrónica inservible. Pero no siempre se utilizan y buena parte acaban siendo exportados. En Estados Unidos, se estima que entre el 50% y el 80% de lo recogido para reciclar acaba en países asiáticos o africanos", asegura Del Río. En Europa, añade, los datos no deben ser muy diferentes.

Para la organización, los primeros responsables de este desastre son las empresas fabricantes, que deberían retirar las sustancias nocivas de sus productos y, además, hacerse cargo de su reciclaje para que nunca acaben en el medio ambiente. De hecho, Greenpeace ha elaborado un ranking verde de electrónica, en el que puntúan a las compañías del sector en función de su compromiso ambiental. El último es de junio de este año.

Pero también culpan a las administraciones públicas, que deberían controlar mejor la gestión estos residuos peligrosos, sobre todo porque se trata de una montaña que no deja de crecer, y cada vez lo hace a más velocidad: la vida media de un ordenador es hoy de dos años (en 1995 era de seis) y un teléfono móvil a menudo no alcanza los 12 meses.

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jueves, 31 de enero de 2008

Receta para hacer tu propio jabón

El aceite que sobra en el hogar y se tira por el fregadero puede terminar en nuestros ríos, como ya hemos comentado. Una vez allí forma una película que no permite la oxigenación y destruye los peces y las plantas acuáticas. Si pensamos que un sólo litro de aceite puede contaminar hasta 50.000 litros de agua nos daremos cuenta de la gravedad del tema..

Para reutilizarlo y hacer jabón nos sirve cualquier clase de aceite usado: soja, oliva, girasol, semillas,… lo único que se necesita es pasarlo por un colador para quitarle las impurezas de las frituras. El resto de material es agua y sosa cáustica (que puedes comprar en la droguería).

Ésta es la receta:

- 2 litros y medio de aceites usados
- 2 litros y medio de agua
- Medio kilo de sosa cáustica
- Un puñado de sal común

En un ambiente ventilado y con la ayuda de un palo, se diluye en el agua medio kilo de sosa cáustica y un puñado de sal. Se producirá una reacción química exotérmica (calor) que requiere algunas horas hasta que se enfrie. Hay que poner mucho cuidado porque la sosa cáustica es un material que daña la piel si se pone en contacto directo con ella. Por eso es recomendable utilizar guantes y gafas protectoras.

Después se vierte lentamente el aceite sobre la mezcla líquida -llamada también lejía cáustica-, removiendo con el mismo palo lentamente y siempre en el mismo sentido, porque de lo contrario se puede “cortar” el jabón. Si la mezcla llegara a cortarse no la tires porque aún podemos conseguir que funcione calentando el recipiente y removiendo según se ha explicado.

Después hay que calentar la mezcla en una cazuela hasta alcanzar la temperatura de ebullición y mantenerla durante dos horas para producir la saponificación de las grasas. Esta reacción química es la que combina el sodio de la lejía con los ácidos grasos provenientes de los aceites para dar forma a una “sal orgánica soluble” que conocemos como jabón. Si quiere hacer jabón con esencias añada hierbas aromáticas u otros tipos de aromas naturales después de que la mezcla bajo la temperatura a 40ºC. Por último cuando la mezcla se espese, debemos echarla en los moldes y dejarla endurecer durante varios días. ¡Y ya tienes tu propio jabón!

Si vamos a utilizar el jabón para higiene personal es recomendable esperar aún 4 semanas porque es posible que una parte de la sosa todavía esté activa y nos produzca "picor" en la piel. Pero pasado este tiempo ya es totalmente seguro. ¡Gracias por reutilizar el aceite y no contaminar las aguas del planeta con él!

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Otras formas de evitar la contaminación del aceite usado

Hace un tiempo escribí sobre lo contaminante que resulta para las aguas el aceite, e incluí unos consejos muy sencillos para evitar que el usado en casa llegue a nuestros rios y mares. Evidentemente esta opción comentada es la más sencilla: ir guardándolo en una botella, cerrarla bien cuando esté llena, y tirarla a la basura. Pero hay opciones mucho mejores si ponemos un poco más de nuestra parte.

Por ejemplo, si en vez de tirar esta botella a la basura la llevamos al Ecoparque o Punto Limpio que tengamos más cercano, allí procederán a su reciclaje y reutilización, lo cual siempre será mejor que que el aceite termine enterrado en un vertedero.

Otra posibilidad es la de hacer nuestro propio jabón a partir de ese aceite usado. Para el que le interese saber cómo hacerlo pongo la receta en otra entrada a continuación.

También hay empresas que nos ofrecen la posibilidad de recogernos el aceite usado en casa, pero cobran una cuota anual, y entiendo que a muchos no les parezca apetecible la idea de tener que pagar por reciclar. Personalmente a mí no. Hay que ponerle fáciles las cosas a la gente, sí, pero también gratis, que si no lo de reciclar ya no suena tan importante. De todas formas la empresa se llama ReciclaBien para el que quiera informarse más.

Y para terminar está la posibilidad que nos ofrece una empresa de Ibi: un filtro especial para el aceite. Pongo a continuación más información sobre este proceso:

El filtro de aceite universal creado por la empresa Cervic ofrece la posibilidad de reciclar cómoda y fácilmente desde casa ya que, su funcional e innovador diseño permite reutilizar cualquier botella vacía de plástico, para almacenar el aceite usado. Este pequeño gesto evita la contaminación del agua y fomenta pautas de respeto y cuidado hacia el medio ambiente.

El reciclado de aceite usado ofrece numerosas ventajas tanto al usuario como al recolector y al medio ambiente, se evita la contaminación y además se convierte en biodiesel, un nuevo carburante 100% vegetal y 100% biodegradable, es una energía renovable que no genera residuos tóxicos ni peligrosos.

El producto, ideado por el departamento de diseño industrial de Cervic ha sido seleccionado para formar parte de la exposición Valores del Diseño: Cotidiano, organizada por la Sociedad Estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación (DDI) perteneciente al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. El filtro de aceite universal se exhibe en la exposición junto a productos de marcas de la talla de Pikolin o Fagor. La muestra pretende abordar diversos aspectos del diseño y sus aportaciones a la calidad de la vida diaria.

El filtro de aceite universal se incluye en la línea de producto “enviroment” de Cervic, a través de la cual se aportan soluciones que eliminan barreras, a la vez que facilitan y fomentan entre los ciudadanos la recogida selectiva para el reciclado. Entre los productos de la línea, se encuentran; reutilizabolsas ecológico, reciclapilas, cubo plegable, cubo ecológico, etc... Todos ellos diseñados para aportar soluciones que cuiden el medio ambiente.

La empresa Cervic, con sede en Ibi, ha sido reconocida, siendo la primera empresa de la Comunidad Valenciana con sistema I+D+I certificado por AENOR, situándose también como la segunda empresa a nivel nacional en el sector de transformación de plásticos. La compañía ibense centra su actividad en ofrecer un servicio destinado al desarrollo y fabricación de productos a medida para terceros, abarcando todas las etapas del proyecto: desde la idea hasta la producción final.

Según el gerente de Cervic, Gustavo Cerdá, “aunque el transformación de aceite usado en combustible no es una práctica muy extendida en nuestro país, en pocos años será algo habitual y aumentará el número de empresas interesadas en la recolección. A partir de esta premisa, surgió la idea de crear el filtro universal de aceite”.

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